Solemos pensar en la escuela como el lugar donde el niño recibe una
educación formal, con desafíos de aprendizaje escolar, pero también viven retos
personales ya que necesitan adaptarse y relacionarse en ese entorno. Aunque las
buenas notas parezcan signos de un buen ajuste escolar, hay una serie de
habilidades sociales, emocionales y conductuales que son la base del éxito
académico.
El aprendizaje comienza desde bebés, cuando los niños cambian su foco de
atención respecto al cuidador y empiezan a explorar el entorno que le rodea. Así,
pasan a interesarse por objetos y actividades que les enseñan las personas de
su entorno, por ejemplo, cuando a los bebés se les muestran juguetes, los miran
y quieren alcanzarlos. A medida que desarrollan su movilidad, se acercan a los
objetos e intentan establecer un contacto con ellos, comenzarán a explorar su
mundo cercano y además tendrán interés por provocar cambios y que sucedan
determinadas cosas. Esto les estimulará hacia nuevos intereses y experiencias.
Esta exploración o aprendizaje del entorno, puede producirles incertidumbre
e incluso miedo cuando ocurre algo inesperado, pero la capacidad de su cuidador
para tranquilizarle y animarle a que continúe esa exploración, permite que el
niño sienta que su inseguridad es comprendida. Al sentirse más confiados, los
niños pueden explorar y experimentar en ámbitos más amplios. La satisfacción
que ese interés les provoca aumenta la curiosidad, lo que hace que se impliquen
en el aprendizaje y búsqueda de respuestas y descubrimiento.
¿Qué ocurre cuando llegan al aula? En el colegio, las tareas o deberes son
una parte fundamental de la experiencia educativa, el profesor debe involucrar
a los alumnos en el descubrimiento de algo que no conocen y que aún no entienden.
Hacer esa tarea significa confiar en el profesor como apoyo para aguantar la
incertidumbre y resolver dudas sintiéndose en un lugar seguro.
Por lo que como podemos ver el aprendizaje está muy ligado desde etapas muy
tempranas a la confianza que cada niños deposita en el cuidador o persona de
referencia según la circunstancia (papá, mamá, profesor, monitor, abuelo…)
Alan Sroufe aporta la prueba más convincente realizando una investigación
sobre la relación entre la experiencia de apego y la disposición hacia el
aprendizaje. Observó que los niños de preescolar que habían experimentado un
apego seguro se adaptaban bien en la etapa de educación infantil. Estos niños
obtenían altas puntuaciones en flexibilidad personal y autoestima, menos
dependencia de la maestra y un afecto más positivo hacia ella. Además,
mostraban interacciones sociales más positivas, cooperaban más y tenían buena
conducta así como buena capacidad para responder a las demandas del entorno
social y académico donde tiene lugar el aprendizaje.
Siguiendo con las investigaciones de Sroufe, los niños que experimentan un
apego inseguro (por si no os acordáis sobre los tipos de apego os dejamos el enlace al post anterior, Apego Infantil: cómo influye en el desarrollo del niño) reaccionan ante los retos con menor seguridad y
afrontan la adversidad con mayor incertidumbre. Estudiando a los niños de un
programa de preescolar comprobaron que aquellos que experimentaban ansiedad en
la relación de apego, tenían más probabilidades de manifestar problemas de
conducta en la escuela. En general, los niños con apego ansioso son menos
flexibles, tienen menos autoestima, son más dependientes, tienen menos
participación afectiva con los demás y son menos populares entre los
compañeros.
Como conclusión, los resultados hacían ver la importancia de la calidad del
apego en la predicción de la conducta preescolar, que pueden llegar a influir
en el aprendizaje. La escuela debe promover el bienestar del alumnado,
ofreciendo un lugar de confianza donde los niños puedan experimentar un
autoconcepto positivo. Si el sistema escolar solo se centra en comparaciones y
mediciones de rendimiento académico y no presta atención a la experiencia
emocional del aprendizaje, esto tendrá un efecto negativo en el niño repitiéndose
las experiencias de apego inseguro en el aula.
Os esperamos en:
Sally Issa
Psicóloga de aprenderT