Un conflicto es una situación en la que se enfrentan dos o más partes con
diferentes intereses u opiniones. Sufrimos conflictos en cualquier
ámbito; en el social, laboral e incluso personal cuando uno mismo tiene
pensamientos alternativos o contradictorios que se mantienen. Aunque tengamos
una visión negativa del conflicto, es un hecho cotidiano que se da en
situaciones de convivencia y de las relaciones interpersonales, por tanto, en
la unidad familiar también se van a dar estas situaciones difíciles. Pero, si
el conflicto forma parte de nuestras vidas ¿por qué tememos tanto enfrentarlo?
Las disputas en la familia nos afectan mucho más que cualquier otro
conflicto, son más personales debido a la cercanía y continuidad de los
miembros. En la familia nos sentimos queridos, valorados, y una discusión puede
romper la comunicación y hacernos daño… por lo que rechazamos los conflictos y
preferimos evitarlos.
Un conflicto no es necesariamente dañino, lo importante es enfrentarlo de
manera adecuada. Si somos capaces de gestionarlo correctamente puede permitirnos establecer
relaciones más positivas y crecer personalmente. En el contexto familiar existen
comportamientos y experiencias pasadas que influyen, los miembros cambian y
puede que conflictos que se creían resueltos vuelvan a surgir en otra etapa.
Por esto es necesario una buena comunicación en la resolución de los conflictos
y para ello debemos: escuchar, hablar, participar y colaborar.
Escuchar. Tiene que ser una escucha activa, en
la que entendemos lo que la otra persona nos dice. No interrumpimos y
respetamos las opiniones de los demás. Escuchar se hace incluso a través del
cuerpo, así que una postura relajada, mirar a los ojos o asentir ayudan a que
la otra parte se sienta comprendida.
Hablar. Una comunicación asertiva, ser capaces de
decir lo que pensamos y sentimos de forma clara, sin agresividad o sumisión.
Esto significa hacer valer tus derechos sin necesidad de humillarte ni humillar
a los demás. No debemos criticar, descalificar o enviar mensajes dobles. Con un
buen tono de comunicación, cambian las actitudes y quizás el resultado, para
mejor. Podemos expresar sentimientos negativos sin culpabilizar a los demás (“Me
siento decepcionado” en vez de “me has decepcionado”)
Participar. Reconocer a la otra persona y darle la
oportunidad de opinar. Responsabilizarse del problema y analizar las causas
para comprender así el conflicto y las reacciones de cada uno. Buscar
estrategias y soluciones en vez de culpabilizar a los otros. Se debe mantener una
postura abierta y no centrarse sólo en el estado de la propia persona.
Colaborar. Existen varias maneras de afrontar los conflictos; competir, huir,
ceder, negociar… la mejor solución es la cooperación. Implica satisfacer
los propios deseos y estar dispuesto a que se satisfagan también los de la otra
parte. Se intenta una solución que amplíe las “ganancias” de ambas partes
porque en un conflicto familiar o ganan todos o pierden todos. Hay que pensar
en qué queremos, qué necesitamos y qué quiere y necesita el otro, buscar un
objetivo común y pensar en todas las opciones posibles.
En ocasiones, es necesario para esa colaboración la intervención de una
persona externa que no esté implicado en el conflicto, que sea neutro, esté
atento a las necesidades de la familia, que respete el proceso y algo muy
importante, que no imponga soluciones desde fuera. Estas características pertenecen a un
mediador y su objetivo es conocer las necesidades de cada uno de los miembros.
Intenta que el espacio de la mediación sea seguro y saludable para todos.
La mediación familiar es una forma de resolver los conflictos familiares
con la intervención de una persona que ayuda a la familia a dialogar y alcanzar
acuerdos consensuados. La tarea del mediador es replantear el problema, y
ayuda a que las partes implicadas en un conflicto vean otras perspectivas. “La mediación es
fortalecedora porque devuelve el poder y la responsabilidad a la propia
familia.”
Como conclusión, queremos transmitir una perspectiva positiva y sacar
siempre lo bueno de las situaciones difíciles y afrontarlas de forma
cooperativa. Si estáis en una situación de conflicto familiar y tenéis
dificultades para resolverlo, en aprenderT podemos ayudaros a poner en práctica
las tácticas necesarias para solucionarlo.
Os esperamos en:
Sally Issa
Psicóloga de aprenderT
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